A menudo nos
enzarzamos intentando probar los hechos, ya sean subjetivos u objetivos. Muchos funcionan
con las tripas, y se nutren en redes sociales en las que cada vez los hechos o
sucesos van perdiendo alma, para convertirse en el corazón que dispara nuestro
propio sentimiento con el que finalmente uno de nuestros órganos vitales hará
un guiño o un clic. El debate, el
diálogo tiene sus cosas buenas, y su contrario, compartir opiniones, conversar,
dialogar sin entrar en disputas estériles, debería ser la sal o el azúcar, la
pimienta que salpique nuestro día a día.